Cuando era niña yo no quería ser princesa. Quería ser Menina do Mar.
Cuando era niña yo no quería ser princesa ni quería que me salvara ningún príncipe montado en un caballo blanco.
“Yo soy una niña de mar. Me llamo niña de mar y no tengo otro nombre. No sé donde nací. Un día una gaviota me trajo con su pico hasta esta playa. Me dejó en una roca durante la marea baja y el pulpo el cangrejo y el pez se ocuparon de mí. Vivimos los cuatro en una cueva muy bonita. El pulpo ordena la casa, alisa la arena, va a buscar comida. Es, de todos nosotros, quien trabaja más, puesto que tiene muchos brazos. El cangrejo es cocinero. Prepara caldo verde con limo, sorbetes de espuma, ensalada de algas, sopa de tortuga, caviar y muchas otras recetas. Es un gran cocinero. Cuando la comida está lista el pulpo pone la mesa. El mantel es una alga blanca y los platos son conchas. Por la noche el pulpo hace mi cama con algas muy verdes y suaves, aunque el sastre de mis vestidos es el cangrejo.
El pez no hace nada porque no tiene manos ni brazos con ventosas como el pulpo, ni brazos con pinzas como el cangrejo. Sólo tiene aletas y las aletas sirven para nadar. Pero es mi mejor amigo. Como no tiene brazos nunca me castiga y es con él con quien juego. Cuando baja la marea nos ponemos a jugar en las rocas y cuando sube damos paseos por el fondo del mar. Tú nunca fuiste al fondo del mar y no sabes lo bonitas que son las cosas allí. Hay bosques de algas, jardines de anémonas, prados de conchas. Hay caballitos de mar flotando en el agua espantadizos, como puntos de interrogación. Hay flores que parecen animales y animales que parecen flores. Hay cuevas misteriosas, azules, oscuras, violetas, verdes y hay planicies sin fin de arena blanca, lisa.
Tú perteneces a la tierra y si fueras al fondo del mar morirías ahogado. Pero yo soy una niña de mar. Puedo respirar dentro del agua como los peces y puedo respirar fuera de ella como los hombres.”